Pasó la Navidad, nunca he sido muy del gremio, pero es bonito tener momentos y aún mas familiares, no solo lo respeto, me gusta.
Pero dando un salto a otra dimensión, (iré al grano), esta corta entrada es para Marta, he hablado de ella hasta la saciedad, y no recuerdo exactamente lo que pude decir de ella.
Un día cualquiera murió, hacia años que no sabia de ella ganándome con ello el derecho o desgracia de no saber ni cuando, ni siquiera si hubo un milisegundo en que me recordase o algo parecido, éramos tan jóvenes...que le frenaba, eso recuerdo que lo comenté en otra entrada. No me merezco ni ese fragmento, no creo haber aportado tanto a su corta vida, como lo que ella aportó a la mía eso es seguro.
Lo comenté, tuvo una vida, creo como quiso ella, pero J..... demasiado corta, no pudo evidentemente ver crecer a su hija Marina, que debe ser ya una mujercita, solo deseo que se parezca lo mas posible a su Madre, en TODO.
Yo fui un soplo en su vida, insuficiente, no es falsa modestia, es la realidad.
Pero hay un instante que no puedo olvidar, que sucedió, no sé la hora, de noche en el cruce entre calle Sanjuanistas y Lincoln, de pies en la calzada, no recuerdo que había pasado ni nada, solo que llevábamos tiempo separados...y lo único que si recuerdo y perdura una eternidad en mi alma, es cuando con sus dos manos cogiéndome las mejillas y sonriéndome dijo textualmente: Ramiro, siempre te querré.
Ramiro (demon)