Nacemos solos...nada nuevo, pero en segundos (salvo excepciones) nos envuelven unos brazos, un olor, un sonido muy familiar, nuestra madre...nuestra primera mujer, la de nuestra vida. Ella nos alimentará, nos lavará, nos vestirá, nos educará enseñara y amará hasta el final. Todo lo demás es cosa nuestra de nuestro entorno, también algo de azar, caminos...unos fáciles otros no tanto, momentos, experiencias siempre rodeado de personas hombres y mujeres que de una forma u otra te marcan te modelan con el tiempo. Para algunos, amistades, pasiones, amores y por supuesto decepciones, errores, dolor...
Quieras o no heredas unos rasgos, una pizarra vacía que vas llenando con las tizas que la vida te regala, eso sí... sin borrador. Tizas de colores, de trazos finos o gruesos, que duran y que no, que emborronan o sencillamente que dibujan. Tizas que representan esas personas que nos trazan esa linea que creemos eterna...
Cada uno asigna nombres, colores, a aquéllas que mejor escriben. En mi caso solo recuerdo pocas tizas que hayan o que signifiquen algo...la tiza mas importante, frágil y larga: Sara, mi madre...la segunda una fuerte, tierna y algo mas corta, mi padre. Luego han surgido otras con los años que han moldeado un ser igualito a mí... al que le han dado seguridad, amor propio, pasión, y no se porqué me vienen nombres de mujer...la primera tiza de color verde desafortunadamente corta, la segunda de trazo seguro y la última pequeña de trazo finisimo pero muy bella.
Y cuando crees que has llenado tu pizarra aparece las mas definitivas aún mas importantes...dos tizas que incluso después de perderse mi pizarra seguirán escribiendo, seguro, ¡con trazo firme!.
demon
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