lunes, 25 de agosto de 2014

CONFESION

   Bueno en cierta forma ya es lunes...aún no he o no quiero decidir la continuidad de éste "raro" blog, insisto no por falta de lectores, algunos ha habido (hasta de Polonia), sino por mí, no sé si ha sido un acto de vanidad o qué, pero me ha servido eso sí para desatascarme algo, pero no sé si lo merezco, si merezco ese algo...

   He mentido...bueno a medias. Es cierto que me enamoré por primera vez de una niña/chica/mujer, a los 18 años, un amor platónico, fué ver sus ojos y sentir un anzuelo en el corazón, un anzuelo sin sedal, sin cebo, se clavó porque la vida es así, porque las cosas pasan porque han de pasar y no hay vuelta de hoja, ni vuelta atrás, ese día me enamoré sí, pero no puedo culparla a ella de mi desgracia, de mis fracasos en el amor. 

   No es cierto que la buscara en las...no sé, mujeres que he conocido, sólo hay una. La realidad es que toda mi vida he buscado a alguien que me quisiera, que me amase, que me adorase como desde ese primer segundo la he querido y la quiero y la querré, hasta mi último suspiro. Encontrar a alguien que me mire como yo la miraba a ella, que un pequeño roce lo fuese todo...que llorase como yo lloré sus ausencias (deseando la llegada del siguiente día de clase), que sintiera por mí un dolor en el pecho que no te deja casi respirar, como yo sentía. NO nunca nadie me ha querido así, de eso estoy seguro y ya nadie no creo que lo haga, e insisto ella no tiene la culpa. Ella ha sido la reina blanca de ésta larga partida, sin jaques ni mates, y yo un peón negro dando círculos. Y lo más curioso es que no tengo las respuestas, de lo único que estoy seguro y felíz a la vez, es  de sentir aún ese eterno anzuelo clavado para siempre en mis entrañas.



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